Con éste título comienza una de las CARTAS AL DIRECTOR, en el diario HOY del día 31 de Agosto de 2013.
A continuación, transcribo la carta íntegra no sin antes decir, que preguntas y reflexiones del tipo ¿será verdad? o "no tiene aspecto éste hombre de pedir para vicios" me hice solamente unos dias antes cuando lo ví haciendo lo que aquí se dice.
Aquella mirada
Decía la Madre Teresa que la paz comienza con una sonrisa. Era viernes. El calor de una noche de agosto había terminado de completar todos los veladores disponibles, de los mmúltiples bares del pacense barrio de Valdepasillas. Creáme hasta había lista de espera en algunos de ellos. Gracias a que tengo una hija con un olfato especial para encontrar huecos. "Mirad-dijo- esa familia va a pagar". Y ¿cómo no? acertó. lo más difícil se había conseguido. Sentados alrededor de una mesa comenzaba la segunda parte, saber cuánto tiempo tardaría en acercarse algún camarero. Fue en la tercera fase, o sea una hora más o menos más tarde, en la que con todo servido, vi acercarse sorteando los veladores, a un hombre de unos cincuenta años: alto, correctamente vestido, con un cartel de cartón que iba enseñando y en el que se podía leer lo de siempre, estoy en paro y tengo dos hijos. Llegó a nuestra mesa y no dijo nada, nos enseñó su frase. Movimos la cabeza en sentido negativo y con el mismo silencio que llegó, se marchó. Pero, algo nos dejó inquieto, ¿su forma de vestir?, ¿su actitud?, ¿su educación?. No sé. Así que sentí el impulso d elevantarme y salir a su encuentro. Pensado y hecho. Llegué hasta él y le sonreí. "Buenas noches amigo", dije. Mitad sorprendido, el hombre respondió, pausadamente "buenas noches". "¿Qué le ocurre para andar pidiendo limosna?", continué. "Trabajaba en la construcción, se me ha acabado el paro, vivo de la caridad de amigos y parroquia, pero me falta dinero para pagar los gastos de la casa y otras necesidades familiares. Lo más duro que he hecho en mi vida ha sido esto. Me han dicho de todo, borrachho, drogadicto, ladrón. Mucha gente me da unas monedillas para espantarme de su lado. Duele mucho verse así". A estas alturas de la conversación percibí que había gente mirándonos. Así que desoyendo la recomendación de las organizaciones sociales de encauzar la limosna a través de ellas, lo más discreto que pude le di un dinero. Estreché su mano y entonces, sucedió algo que semanas después sigo recordando, al mismo tiempo que me daba las gracias, unas tímidas lágrimas brotaron de sus ojos. No sé si me engañó, creo que no, pero tampoco necesito saberlo. Sólo sé que aquellas incipientes lágrimas en aquel rostro han venido interrogándome desde entonces: ¿Dios mío qué estamos haciendo?
JOSE MARÍA LÓPEZ NAVARRETE.- Badajoz.
Lo dicho, me permito transcribir íntegra dicha carta enviada por el lector.
Y además, eso mismo digo yo: ¿QUÉ ESTAMOS HACIENDO?